La impulsividad se define como la tendencia a
actuar sin pensar. Los niños impulsivos tienen dificultades para pensar en las
consecuencias de sus actos (a pesar de que los padres los avisen o ellos mismos
ya lo hayan experimentado).
Las manifestaciones de impulsividad
pueden ser muy diferentes de un niño a otro y, además, van variando a lo largo
de los años. Algunas características generales son las siguientes:
- Durante la educación infantil manifiestan dificultades para solucionar
conflictos con los compañeros, tendiendo a pegar o chillar.
-Acostumbran a tener accidentes por conductas de riesgo.
-Muestras dificultades en las habilidades de conversación: hablando sin
respetar los turnos y respondiendo antes de que el otro termine la pregunta.
-En el juego también presentan dificultades para esperar el turno y seguir
las reglas.
-Terminan los trabajos de clase muy deprisa y con mala presentación.
-Necesitan la gratificación inmediata y no toleran bien la frustración.
¿Qué pueden hacer los
padres para ayudar a sus hijos a controlar la impulsividad?
En primer lugar, hay que ser empáticos con nuestro hijo y entender que la
impulsividad forma parte de su temperamento. Le podemos ayudar a integrar
estrategias de autocontrol pero siempre desde un punto de vista realista,
planteándole retos que pueda conseguir.
Es muy importante ayudarles a reflexionar sobre las consecuencias,
dialogando con ellos sobre lo que puede pasar en situaciones donde se muestran
impulsivos.
Practicar con el ejemplo, debemos hablar sin perder la calma, si estamos
muy enfadados mejor esperar para poder hablar con ellos sin chillar y con
tranquilidad.
Reforzar positivamente aquellas conductas que sabemos que a ellos les
cuesta (cuando debe esperar turno, cuando lleva un buen rato concentrado en una
tarea, cuando ha solucionado verbalmente un conflicto,…)
Hace ya un tiempo que pusimos en práctica en clase la técnica de la tortuga para el control de la impulsividad.
¿Qué
es la técnica de la tortuga?
Es
una herramienta de modificación de conducta basada en el
autocontrol, dirigida a niños que carecen de habilidad para gestionar el
fracaso, a los que la frustración les producen rabietas, que pegan a otros, les
insultan, les fastidia y sufren innecesariamente por su falta de habilidad para
controlar sus impulsos. Es
una técnica de gran utilidad para niños de Educación Infantil y Primer Ciclo de
Primaria.
Método
de aplicación:
Con
esta técnica se pretende que el/la niño/a imite la posición de la tortuga y se
repliegue dentro de un caparazón imaginario, ante una situación en la que no
pueda controlar sus impulsos y emociones. Para ello:
- El educador previamente debe explicar el
cuento de la tortuga de modo que se identifique con el personaje principal.
- Una vez leído el cuento se le enseña al
niño a responder a la palabra clave “stop”, ante una situación estresante,
introduciendo su cuerpo en su caparazón imaginario: barbilla en el pecho,
mirada al suelo, brazos y puños cerrados y en tensión, estirados a lo largo del
cuerpo. Una vez aprendido a responder ante esta palabra, se le enseña a relajar
sus músculos a la vez que hace la tortuga, ya que la relajación es incompatible
con los comportamientos agresivos, con el objetivo de diferenciar entre las conductas
apropiadas de las inapropiadas.
- Por último, se le enseñan técnicas de
resolución de problemas para responder a la situación que le ha llevado a
realizar esta técnica. Primero se define el problema y posteriormente, se
buscan respuestas y alternativas para decidir cuál es la más correcta,
ante cada situación dada.
En clase tenemos a la tortuga Pepe que nos ayuda a meternos en el caparazón.
Y este es el cuento adaptado por mí que les he contado en clase: